Entrevista a Valentino

VALENTINO
«Detesto el `grunge´, a las fashion victims y a las mujeres despeinadas»





Último mago de la alta costura, encendió las pasarelas con sus inconfundibles rojos, y ahora es el protagonista de una biografía cinematográfica que acaba de estrenarse en el festival de Venecia. Entrevistamos a un hombre que tiene mucho que contar. No sólo de moda, sino de las mujeres más bellas e importantes del mundo. No en vano las ha vestido durante 45 años. Y ha sido, además, su admirador y amigo.


XLSemanal. Muchas veces ha dicho que la moda no es algo tan complejo, que de lo que se trata es de hacer a una mujer guapa...
Valentino. No, no... ¡La moda es un arte! Cuando uno coge un lápiz y diseña, realiza el mismo proceso que un artista. Crea. Y cada temporada uno intenta inventar algo nuevo con líneas y proporciones diferentes. Eso sólo tiene un nombre: arte.

XL. Otra auténtica obra de arte es su propia vida. Usted entendió e incluso superó en eso a muchas de sus clientes: posee cinco espléndidas residencias, un yate, una fabulosa colección de arte...
V. Lo he ganado todo con mi gran trabajo. He trabajado como un burro durante 45 años. Además de la moda, mis grandes pasiones han sido la decoración, las antigüedades, las casas... todo ello me proporciona una fuerza y una felicidad inmensas. Siempre hay algo en alguna de mis casas que quiero cambiar, redecorar, porque me preocupan mucho los detalles. Primero coleccioné casas y luego me convertí en coleccionista de arte. A veces me dicen que estoy loco, porque ya nadie vive así. Quizá sea un error, pero yo necesito ver belleza y perfección a mi alrededor. Es algo que me transmite una energía increíble. Y cuando me dicen que es demasiado, yo pregunto: «Demasiado ¿para quién?». Odio la palabra `espartano´. Mi forma de vivir no tiene nada que ver con la opulencia, sino con la elegancia.

XL. Tiene usted fama de ser muy hospitalario.
V. Me gusta compartir con mis amigos mis casas, mis cuadros, mi estilo de vida y toda la fuerza que capto de las cosas bellas. Pero siempre he mantenido la discreción como norma. La discreción es la llave de la elegancia, y la elegancia no será nunca una tendencia, sino una forma de vida.

XL. Una de las claves de su éxito fue no seguir nunca las tendencias de la moda.
V. Siempre seguí mi propio camino. Mi única preocupación fue hacer trajes bonitos para cumplir el deseo natural de las mujeres de estar bellas, femeninas, seductoras. Detesto el descuidado grunge y a las fashions victims. No puedo ver mujeres despeinadas o raras. Para mí, la elegancia es el balance entre proporción, emoción y sorpresa.

XL. Esa elegancia era la de las damas que vistió en tantas ocasiones clave: a Farah Diba, cuando huyó de su país; a Bernadette Chirac, cuando su marido se convirtió en el presidente de Francia; a Jackie Kennedy, quien, tras el asesinato de su marido, le pidió que rehiciera su guardarropa tras el luto.
V. Así es, Jackie me hizo famoso en el mundo entero. Todo comenzó en 1964. Ese año hice un desfile benéfico en el Waldorf-Astoria de Nueva York. Como Jackie quería ver mis vestidos, le mandé a mi asistente con una modelo a su apartamento de la Quinta Avenida. Nunca olvidaré lo que siguió, porque fue el mejor día de mi vida. Me dijeron: «La señora Kennedy quiere todos los conjuntos de blanco y negro». Eran seis y los llevó durante su luto por JFK. Fue mi musa porque, en cierta forma, era mi mujer ideal: sofisticada, elegante y con una disciplina de hierro. Y lo maravilloso es que no tenía que esforzarse para ser elegantísima. Y nunca intentó seguir la moda.

XL. ¿Cree que las mujeres de hoy han perdido personalidad? ¿Que sólo saben seguir las tendencias de moda?
V. Las mujeres han cambiado mucho. En el pasado estaban menos confusas y sabían exactamente qué escoger. Hoy están menos seguras, son más débiles. Las mujeres son incapaces de elegir porque hay demasiada moda; no saben qué dirección tomar en ese mar de extravagancias, muchas veces vulgares, que ofrecen las boutiques. Yo nunca ofendí a una mujer con mis diseños ni la hice parecer ridícula. Un vestido debe embellecer y respetar el cuerpo humano.

XL. En los años 60 pasó mucho tiempo en Nueva York y se hizo muy amigo de Warhol. ¿Fue entonces cuando comenzó su colección de arte?
V. Empecé a comprar cosas, pero hace sólo diez años que lo hago en serio. Y, por otra parte, entonces no tenía mucho dinero. Andy Warhol pintó cuatro retratos míos en 1974. Sólo compré dos, y fue en los 90, como un imbécil, a un precio 30 veces mayor. Ahora, me encantan los nuevos artistas como Damien Hirst... Poseen un talento magnífico.

XL. A la nueva primera dama de Francia, Carla Bruni, la comparan con Jackie Kennedy. ¿Qué le parece?
V. Muchas veces quise trabajar con ella, pero ahora está muy ocupada. Creo que es un especimen de feminidad magnífico; una mujer que encaja perfectamente para el Elíseo. Tiene todas las cualidades que debe tener una primera dama.

XL. Defiende que una celebridad debería vestir de acuerdo con su estatus sin hacer distinciones de hora o situación. Ha dicho que Julia Roberts y Cameron Díaz visten como «vagabundas»...
V. Yo comencé con actrices como Sofía Loren, Gina Lollobrigida y Audrey Hepburn. Entonces, las estrellas tenían la obligación de mantener una imagen siempre espectacular. Ahora, las vemos corriendo y sudando; no saben lo que es la elegancia. Creo que estrellas de la talla de Julia Roberts o Cameron Díaz no deberían salir a la calle tan descuidadas ni en un día cualquiera.

XL. Con Elizabeth Taylor sostenía una gran batalla para que vistiese como debía...
V. Me une una relación muy rica y larga con Elizabeth y la he apoyado en su batalla contra el sida. Una vez me dijo: «¿Por qué te empeñas en que parezca como una señora cuando soy una causa perdida?». Claro que no lo era...

XL. Desde pequeño, creaba su propio estilo. Tenía buen ojo para la moda y sólo quería vestir con lo mejor. ¿Es cierto?
V. La estética siempre fue todo para mí. Quizá, siempre haya estado un poco obsesionado con la belleza. Cuando era un adolescente mi madre me preguntaba: «¿Cómo he podido tener un hijo que sólo se conforma con las cosas más caras?». A los 14 años, me daba dinero para que un zapatero me hiciera los zapatos a medida; y también los jerséis. Y yo los mandaba hacer a mi manera, improvisaba mi estilo. No quería lo que todo el mundo podía tener. Siempre fui un gran soñador.

XL. Le vimos desfilar maravillosamente en la alfombra roja del último Festival de Cannes de la mano de Gwyneth Paltrow, Otra gran amiga y cliente, ¿no?
V. Gwyneth es mi novia favorita. Es exactamente ella y siempre va vestida a la perfección. Cuando visita alguna de mis casas, hay siempre una fila de trajes especialmente arreglados para ella.

XL. También tiene buena relación con la princesa Rosario...
V. Me une a Rosario una relación muy bonita, de gran ternura. La trato como si fuera mi hija. Es muy distinguida y tiene un chic muy particular. Hablamos de todo con gran sinceridad.

XL. Hemos comentado su amor por las actrices, pero este amor tiene límites...
V. No soporto la obsesión de los medios de comunicación con la fama por la fama. El caso de Paris Hilton es un ejemplo claro. Cuando se anunció su compromiso con el hijo de un magnate griego, me preguntaron si me gustaría diseñar su vestido de novia y contesté: «No, no me gustaría. Es tan vulgar que no es ni guapa».

XL. Ya está en marcha un nuevo proyecto suyo, el Museo Valentino en Roma. ¿Qué contendrá?
V. Mis colecciones, mis dibujos, mis películas… Y mi forma de vivir. Por cierto, que está recogida en un documental que se ha presentado en el Festival de Venecia. Me han seguido durante dos años por todos lados; en la moda, en mis círculos más íntimos, en todas mis casas, con mis perros… Durante decenios he estado absorbido por la moda. Ahora viene el periodo de desintoxicación de la moda, el periodo de las grandes decisiones. Pero lo que es seguro es que continuaré disfrutando de la vida. Disfrutar de la vida es mi talento natural.
Cristina Carrillo de Albornoz

Fuente: http://www.xlsemanal.com/web/articulo.php?id=34277&id_edicion=3447&salto_pagina=1