Relatos mitológicos
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Relatos mitológicos
DIANA Y ENDIMIÓN
Apolo y Diana, el Sol y la Luna, eran los hijos gemelos de los amores de Júpiter (Zeus) con Latona. Su madre siempre se vanagloriaba de ambos, pues se jactaba de que ningún otro dios podía rivalizar con ellos en belleza e inteligencia. Una vez llegaba el ocaso, Diana (o Selene, o Cinthia), en su plateado carruaje tirado por corceles blancos le abría paso a la misteriosa noche, y las estrellas que iba dejando atrás brillaban rutilantes a su paso.
La desdeñosa e inteligente diosa de la caza tenía innumerables pretendientes para desposarse. Pero la bella Cynthia (que también era así llamada) los rechazaba a todos, inasequible a la debilidad del amor. Hizo prometerle a su padre que respetaría su voto de castidad por toda la eternidad, pues la fría luna no era capaz de sentir ni el menor efluvio amoroso.
En uno de sus recorridos nocturnos, sin embargo, divisó echado en una colina al apuesto y humilde pastor Endimión. Cintia se sintió atraída por él, y ruborosa le besó levemente sus carnosos labios. Endimión despertó súbitamente, y Diana se esfumó.
Pasó él sus dedos por su boca queriendo revivir la magia de ese ósculo, y pareciéndole tan imposible creyó que todo era un sueño, a pesar de haber tenido a la diosa lunar frente a él, si bien fugazmente. Se enamoró de ella tan perdidamente que invocó a Morfeo a fin de quedar nuevamente atrapado en el sueño y poder otra vez recibir el beso de la diosa.
En Operación Triunfo 2, Nika y Hugo cantaron a dúo una canción de amor a la luna, y Ángel LLacer, su profesor de interpretación, les instó a cantarla como si se tratara de dos enamorados, hombre y mujer. Hay versos de la misma que nos recuerdan este mito: “Me paso los días esperándote…” (en catalán se expresa con claridad esperando a que llegue la noche)… Y sigue: “Y cómo te puedo amar, si lejos de mí estás. Si yo estoy loco, es por ti. Y aunque sé que desde este lugar, yo no llego (en catalán yo no arribo, o sea, no puedo ir hasta lo alto y alcanzarte) a dónde estás tú. Y aunque dentro de mi copa está, reflejada tu fría luz, la beberé… Si yo estoy loco, es por ti…”
Relato de amor platónico que ha inspirado a muchos poetas.
El joven Endimión esperaba ansiosamente a que saliera la luna y le besara cada noche. Y efectivamente, la casta Diana iba cada noche a su encuentro a unir sus labios con los suyos; él, por efecto de un misterioso encanto, no despertaba nunca tras cada beso.
Diana temía que el tiempo arruinara físicamente a su amado mortal. Lo indujo, con la ayuda de Hipnos, a un sueño eterno, y lo llevó dormido a una cueva en lo alto del monte Latmo para poder ir a visitarlo cada noche, siempre joven, guapísimo y sempiternamente dormido mas infinitamente amado. Venus, conmovida por un amor tan grande, neutralizó el hechizo de Hipnos y pidió a Zeus juventud y vida eterna para Endimión. Fue así que Endimión abrió los ojos y abrazó por primera vez a Diana. Se cuenta que al fin contrajeron matrimonio y tuvieron muchos hijos.
Apolo y Diana, el Sol y la Luna, eran los hijos gemelos de los amores de Júpiter (Zeus) con Latona. Su madre siempre se vanagloriaba de ambos, pues se jactaba de que ningún otro dios podía rivalizar con ellos en belleza e inteligencia. Una vez llegaba el ocaso, Diana (o Selene, o Cinthia), en su plateado carruaje tirado por corceles blancos le abría paso a la misteriosa noche, y las estrellas que iba dejando atrás brillaban rutilantes a su paso.
La desdeñosa e inteligente diosa de la caza tenía innumerables pretendientes para desposarse. Pero la bella Cynthia (que también era así llamada) los rechazaba a todos, inasequible a la debilidad del amor. Hizo prometerle a su padre que respetaría su voto de castidad por toda la eternidad, pues la fría luna no era capaz de sentir ni el menor efluvio amoroso.
Selene (Luna - Artemisa): Diosa de la Luna, hermana de Helio (sol) y Eos (la aurora).
Diosa de la caza y de la Luna. Hija de Júpiter y de Leto. Hermana gemela de Apolo . Nació antes que su hermano y pudo ver el sufrimiento de su madre en el parto, por lo que decidió ser virgen y soltera por siempre.
Protectora de los niños pequeños, de las mujeres y su fertilidad. Formaba parte de una tríada, representando tres papeles: en el cielo como Artemisa o Selene, diosa de la Luna; en la Tierra como Diana, diosa de la caza; y en el infierno como Hécate, diosa de los hechizos y apariciones nocturnas.
En el arte, es representada usando un vestido corto de caza, arco y flechas, y con una luna creciente en la frente o usando una diadema de plata.
En uno de sus recorridos nocturnos, sin embargo, divisó echado en una colina al apuesto y humilde pastor Endimión. Cintia se sintió atraída por él, y ruborosa le besó levemente sus carnosos labios. Endimión despertó súbitamente, y Diana se esfumó.
Pasó él sus dedos por su boca queriendo revivir la magia de ese ósculo, y pareciéndole tan imposible creyó que todo era un sueño, a pesar de haber tenido a la diosa lunar frente a él, si bien fugazmente. Se enamoró de ella tan perdidamente que invocó a Morfeo a fin de quedar nuevamente atrapado en el sueño y poder otra vez recibir el beso de la diosa.
En Operación Triunfo 2, Nika y Hugo cantaron a dúo una canción de amor a la luna, y Ángel LLacer, su profesor de interpretación, les instó a cantarla como si se tratara de dos enamorados, hombre y mujer. Hay versos de la misma que nos recuerdan este mito: “Me paso los días esperándote…” (en catalán se expresa con claridad esperando a que llegue la noche)… Y sigue: “Y cómo te puedo amar, si lejos de mí estás. Si yo estoy loco, es por ti. Y aunque sé que desde este lugar, yo no llego (en catalán yo no arribo, o sea, no puedo ir hasta lo alto y alcanzarte) a dónde estás tú. Y aunque dentro de mi copa está, reflejada tu fría luz, la beberé… Si yo estoy loco, es por ti…”
Relato de amor platónico que ha inspirado a muchos poetas.
Cita:
ENDIMIóN EN LATMOS (Jorge Luis BORGES)
Yo dormía en la cumbre y era hermoso
Mi cuerpo, que los años han gastado.
Alto en la noche helénica, el centauro
Demoraba su cuádruple carrera
Para atisbar mi sueño. Me placía
Dormir para soñar y para el otro
Sueño lustral que elude la memoria
Y que nos purifica del gravamen
De ser aquel que somos en la tierra.
Diana, la diosa que es también la luna,
Me veía dormir en la montaña
Y lentamente descendió a mis brazos
Oro y amor en la encendida noche.
Yo apretaba los párpados mortales,
Yo quería no ver el rostro bello
Que mis labios de polvo profanaban.
Yo aspiré la fragancia de la luna
Y su infinita voz dijo mi nombre.
Oh las puras mejillas que se buscan,
Oh ríos del amor y de la noche,
Oh el beso humano y la tensión del arco.
No sé cuánto duraron mis venturas;
Hay cosas que no miden los racimos
Ni la flor ni la nieve delicada.
La gente me rehuye. Le da miedo
El hombre que fue amado por la luna.
Los años han pasado. Una zozobra
Da horror a mi vigilia. Me pregunto
Si aquel tumulto de oro en la montaña
Fue verdadero o no fue más que un sueño.
Inútil repetirme que el recuerdo
De ayer un sueño son la misma cosa.
Mi soledad recorre los comunes
Caminos de la tierra, pero siempre
Busco en la antigua noche de los númenes
La indiferente luna, hija de Zeus.
El joven Endimión esperaba ansiosamente a que saliera la luna y le besara cada noche. Y efectivamente, la casta Diana iba cada noche a su encuentro a unir sus labios con los suyos; él, por efecto de un misterioso encanto, no despertaba nunca tras cada beso.
Diana temía que el tiempo arruinara físicamente a su amado mortal. Lo indujo, con la ayuda de Hipnos, a un sueño eterno, y lo llevó dormido a una cueva en lo alto del monte Latmo para poder ir a visitarlo cada noche, siempre joven, guapísimo y sempiternamente dormido mas infinitamente amado. Venus, conmovida por un amor tan grande, neutralizó el hechizo de Hipnos y pidió a Zeus juventud y vida eterna para Endimión. Fue así que Endimión abrió los ojos y abrazó por primera vez a Diana. Se cuenta que al fin contrajeron matrimonio y tuvieron muchos hijos.
Re: Relatos mitológicos
Hebe
Hija de Zeus y de Hera. Diosa de la juventud. Ejerce las funciones de criada en el Olimpo. Sirve el néctar y la ambrosía, ayuda a Hera a enganchar su carro, prepara el baño y viste a su hermano Ares.
En una ocasión Hebe tropezó y derramó el néctar, Zeus disgustado raptó a Ganímedes y lo nombró copero del Olimpo. Cuando Heracles fue aceptado en la morada de los dioses, se le concedió la mano de Hebe, con la cual tuvo a Alexiares y a Aniceto.
Su equivalente en la mitología romana era Juventas, siendo tradición que los muchachos le ofrecieran una moneda cuando vestían por primera vez la toga de los adultos.
Hija de Zeus y de Hera. Diosa de la juventud. Ejerce las funciones de criada en el Olimpo. Sirve el néctar y la ambrosía, ayuda a Hera a enganchar su carro, prepara el baño y viste a su hermano Ares.
En una ocasión Hebe tropezó y derramó el néctar, Zeus disgustado raptó a Ganímedes y lo nombró copero del Olimpo. Cuando Heracles fue aceptado en la morada de los dioses, se le concedió la mano de Hebe, con la cual tuvo a Alexiares y a Aniceto.
Su equivalente en la mitología romana era Juventas, siendo tradición que los muchachos le ofrecieran una moneda cuando vestían por primera vez la toga de los adultos.
Re: Relatos mitológicos
A mí me gusta mucho la desconocida diosa Astrea, diosa griega de la justicia :
En la mitología griega, Astrea (en griego Αστραια Astraia o Αστραιη Astraiê, ‘la estrellada’, o también Αστραπη Astrapê, ‘relámpago’; en latín Astraea) era la diosa virgen que llevaba los rayos de Zeus en sus brazos.
Consternada ante la maldad y la corrupción de la sociedad, abandonó la Tierra, decepcionada, y ascendió a los cielos, y en su ascenso, se le cayó la balanza de la justicia, que dio lugar al nacimiento de la constelación de libra.
Se representa a Astrea como una diosa alada con una aureola brillante, que porta una antorcha (todos estos son atributos de una diosa de las estrellas) y los rayos de Zeus.
En la mitología griega, Astrea (en griego Αστραια Astraia o Αστραιη Astraiê, ‘la estrellada’, o también Αστραπη Astrapê, ‘relámpago’; en latín Astraea) era la diosa virgen que llevaba los rayos de Zeus en sus brazos.
Consternada ante la maldad y la corrupción de la sociedad, abandonó la Tierra, decepcionada, y ascendió a los cielos, y en su ascenso, se le cayó la balanza de la justicia, que dio lugar al nacimiento de la constelación de libra.
Se representa a Astrea como una diosa alada con una aureola brillante, que porta una antorcha (todos estos son atributos de una diosa de las estrellas) y los rayos de Zeus.
Re: Relatos mitológicos
PÍRAMO Y TISBE.
Como decían los romanos: “nihil novi sub sole” (nada hay de nuevo bajo el sol). Pero os explicaré mejor el porqué de empezar la narración de este mito con este adagio al final.
En Babilonia, en dos casas contiguas, vivían los jóvenes Píramo y Tisbe. Bastó el verse por primera vez, para que ambos respondieran a la flecha de Eros y se enamoraran.
Pero sus pudientes y respectivas familias eran rivales, sosteniendo una guerra sin cuartel desde hacía mucho tiempo. Estando destinados a odiarse, sin embargo, contra todo pronóstico, el Amor les escogió para amarse. Una vez enterados sus padres, montaron en cólera, y levantaron un alto y robusto muro entre sus moradas, a fin de impedir todo contacto entre ellos.
Píramo cayó en una muda desesperación, a la vez que el bello rostro de Tisbe se anegó de lágrimas. Perdieron el apetito, la energía y hasta el benevolente Morfeo, dios del sueño, les era esquivo.
Desde el Olimpo Afrodita les contemplaba consternada, y con su poder abrió una brecha en la maldita pared que separaba sus vidas. A través de la oquedad, volvieron a verse a escondidas, con renovada ilusión. La vez primera que se contemplaron, después de tanta ausencia, fue tal la dicha que los invadió, que olvidaron todo dolor pasado al instante. Su existencia entera giraba alrededor de esa divina fisura abierta en el tabique, y gracias a la cual no sólo pudieron mirarse, sino también hablar sin miedos ni testigos. Semanas después las palabras cedieron el paso a los besos y a los abrazos. El tiempo transcurría, y su mutua necesidad crecía al compás, hasta volverse acuciante y urgente. Pactaron quedar de noche, debajo del árbol de los jardines que circundaban sus hogares. Tisbe llegó primero, y la impaciencia le pudo. Buscó anhelante a su amado entre unos matojos, pero entonces rugió un fiero león, con lo que huyó corriendo despavorida. Su velo cayó, y el salvaje animal lo desgarró, si bien ella salió ilesa. Cuando Píramo apareció, asimismo al no hallar a su novia bajo el árbol, se adentró en los alrededores, entonces vio la tela de Tisbe hecha pedazos y al rugiente león asomando su cabeza entre las plantas. Una súbita desolación hizo presa de él, clavándose su propia daga en el medio del corazón. Cuando Tisbe vio el cadáver, imploró a los dioses en vano que lo revivieran. Pero ante su inapelable silencio frente al funesto desenlace, la hermosa joven asió la daga, arrancándola del corazón de él, y clavándosela en el suyo propio se quitó la vida. La sangre de ambos cambió el color de la fruta de la morera que los cobijaba, y esa fue la razón por la que la mora dejó de ser blanca y se tornó encarnada.
Los dos amantes nos recuerdan mucho a los ya universales Romeo y Julieta, obra de Shakespeare que el cineasta Luhrman llevó al celuloide con bastante fidelidad a la literalidad de la misma y a su vez audazmente, trasladando la Verona de la historia a los tiempos actuales. Como les pasó a ellos: Su único amor nació de su único odio.
Como decían los romanos: “nihil novi sub sole” (nada hay de nuevo bajo el sol). Pero os explicaré mejor el porqué de empezar la narración de este mito con este adagio al final.
En Babilonia, en dos casas contiguas, vivían los jóvenes Píramo y Tisbe. Bastó el verse por primera vez, para que ambos respondieran a la flecha de Eros y se enamoraran.
Pero sus pudientes y respectivas familias eran rivales, sosteniendo una guerra sin cuartel desde hacía mucho tiempo. Estando destinados a odiarse, sin embargo, contra todo pronóstico, el Amor les escogió para amarse. Una vez enterados sus padres, montaron en cólera, y levantaron un alto y robusto muro entre sus moradas, a fin de impedir todo contacto entre ellos.
Píramo cayó en una muda desesperación, a la vez que el bello rostro de Tisbe se anegó de lágrimas. Perdieron el apetito, la energía y hasta el benevolente Morfeo, dios del sueño, les era esquivo.
Desde el Olimpo Afrodita les contemplaba consternada, y con su poder abrió una brecha en la maldita pared que separaba sus vidas. A través de la oquedad, volvieron a verse a escondidas, con renovada ilusión. La vez primera que se contemplaron, después de tanta ausencia, fue tal la dicha que los invadió, que olvidaron todo dolor pasado al instante. Su existencia entera giraba alrededor de esa divina fisura abierta en el tabique, y gracias a la cual no sólo pudieron mirarse, sino también hablar sin miedos ni testigos. Semanas después las palabras cedieron el paso a los besos y a los abrazos. El tiempo transcurría, y su mutua necesidad crecía al compás, hasta volverse acuciante y urgente. Pactaron quedar de noche, debajo del árbol de los jardines que circundaban sus hogares. Tisbe llegó primero, y la impaciencia le pudo. Buscó anhelante a su amado entre unos matojos, pero entonces rugió un fiero león, con lo que huyó corriendo despavorida. Su velo cayó, y el salvaje animal lo desgarró, si bien ella salió ilesa. Cuando Píramo apareció, asimismo al no hallar a su novia bajo el árbol, se adentró en los alrededores, entonces vio la tela de Tisbe hecha pedazos y al rugiente león asomando su cabeza entre las plantas. Una súbita desolación hizo presa de él, clavándose su propia daga en el medio del corazón. Cuando Tisbe vio el cadáver, imploró a los dioses en vano que lo revivieran. Pero ante su inapelable silencio frente al funesto desenlace, la hermosa joven asió la daga, arrancándola del corazón de él, y clavándosela en el suyo propio se quitó la vida. La sangre de ambos cambió el color de la fruta de la morera que los cobijaba, y esa fue la razón por la que la mora dejó de ser blanca y se tornó encarnada.
Los dos amantes nos recuerdan mucho a los ya universales Romeo y Julieta, obra de Shakespeare que el cineasta Luhrman llevó al celuloide con bastante fidelidad a la literalidad de la misma y a su vez audazmente, trasladando la Verona de la historia a los tiempos actuales. Como les pasó a ellos: Su único amor nació de su único odio.
Cita:
La canción le va que ni pintada al mito, aquí la traduzco un poquito:
Cita:
"Nena, disfrútame en la muerte...
Somos tan jóvenes
Nuestras vidas acaban de empezar
Y ya estamos pensando
En escapar de este mundo(...)
Y hemos esperando tanto
Tan ansiosos por estar juntos (...)
Este mundo es un lugar cruel
Y venimos a él sólo para perder siempre
Así que antes de que los llantos nos separen
Que la muerte me bendiga contigo..."
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